Nuestra vida cotidiana suele esta llena de sentires, pensamiento y actos que en cierta medida son mecánicos, sin que les prestemos especial atención. En esta ocasión pretendemos fijarnos en como utilizamos e influyen nuestros pensamientos en ese contexto cotidiano.
Algo tan natural e inherente al ser humano como el pensamiento, y a su vez tan desconocido en cuanto a su procedencia, formación y consecuencias. Claro que si de la mente, nuestra gran “aliada y desconocida” sabemos tan poco, qué podemos saber del pensamiento. Sin embargo vamos conociendo algo más sobre su órgano base o receptáculo: el cerebro.
Es un hecho evidente que la vida del ser humano se desarrolla en base a su forma de pensamiento. En función a cual sea su línea de pensamiento (positiva o negativa) así será su relación consigo mismo y posteriormente con los demás, generando unos determinados estados mentales, que darán como consecuencia estados de ánimo depresivos, violencia verbal y física, perdida de autoestima y en definitiva baja calidad de vida.
Si tenemos en cuenta que el pensamiento no es otra cosa que palabras sin sonido, hay que considerar la importancia de la palabra que será la manifestación del pensamiento.
El pensamiento tiene una fuerza y por tanto repercusión sin ser manifiesto, pero por el hecho de haber sido generado ya crea formas energéticas en el astral. Todo pensamiento según su polaridad (positivo o negativo) actúa sobre su objetivo, si es una persona puede condicionar en su voluntad, energía o estado de anímico; si es una situación o cosa, lo hace generando una energía a fin al tipo de pensamiento, que tenderá a atraer un desarrollo o acciones en sintonía con lo emitido.
Si exteriorizamos éste en forma de palabras, lo dicho anteriormente se ve reforzado y aumentado. Cuando el pensamiento lo llevamos a la acción, adquiere su mayor nivel de fuerza en el plano material. Todo esto puede dar la sensación de tener algo de “mágico”, pero en realidad es simplemente natural, como también lo son las consecuencias a las que tenemos que atenernos por lo que generamos. Hemos hablado sobre la repercusión externa, pero qué pasa cuando esa fuerza revierte una y otra vez sobre nosotros mismos, aun cuando el pensamiento sea dirigido hacia fuera?.
Resulta que para generar esos pensamientos de alguna forma nos hacemos “eso”, emitiendo sentimientos y por tanto generando una energía acorde a ello, lo que nos creará estados de ánimo afines y proporcionara una energía en el aura que al entrar en relación con los demás lo recibirán en forma de sensaciones poco gratas.
Por tanto si nuestros pensamientos son críticos, de envidia, celos, destructivos, …etc, los demás los podrán recibir a nivel vibracional al entrar en contacto con nosotros, llevándoles a sentirse (según lo emitido) incómodos, molestos, crispados, en forma de rechazo, con deseos de alejarse, y otras sensaciones, aunque esos pensamientos no estén dirigidos a él, pero la vibración que generamos será suficiente para que lo reciba.
A uno mismo, por ley de “causa y efecto” recibirá o atraerá según lo emitido, pero además si el pensamiento es negativo podrá crearle karma.
La mente es uno de los dones más valiosos que posee el ser humano, pero a su vez es muy desaprovechado en cuanto a su capacidad total, por su desconocimiento, falta de control y mala utilización. Esto nos lleva a que cuando ejerce una de sus funciones: pensar, y no tenemos control sobre lo que generamos, nos pueden crear desordenes mentales que nos producen estados depresivos, de tristeza, ansiedad, fobia, etc., que minan nuestra autoestima y que pueden repercutir en nuestro estado de salud física.
Si esto es asi, la relación con nosotros mismos será mediocre o negativa, y como consecuencia con los demás también fallará.
Siendo conocedores del complejo funcionamiento del ser humano y de su necesidad de “crecimiento”, hemos creado diversas actividades para fomentar el conocimiento y desarrollo de la mente y de cómo utilizarla mejor, con el fin de que la persona pueda optar por una mayor autoestima, que le llevará a una mejor calidad humana y de vida que le permitan sentirse en mayor armonía consigo mismo y con los demás.
El que la mente sea un instrumento valioso o nefasto, positivo o negativo, depende del uso que hagamos de nuestro libre albedrío a la hora de utilizarla. Esto no depende de la inteligencia empleada, la cual es una de las manifestaciones de la mente, sino de la conciencia y conocimiento que tengamos del bien o del mal que nos genera ésta, así como es esencial utilizar la mente de forma conjunta con el sentimiento.
De ahí que debamos buscar técnicas que proporcionen primero un conocimiento de dónde se tiene puesta la voluntad consciente o inconsciente, para que partiendo de ese punto y con un mayor conocimiento de qué es la mente y cómo funciona, pueda llegar a utilizarse de forma positiva conscientemente, encauzando más adecuadamente no solo sus pensamientos, sino sus sentimientos, acciones e inquietudes del alma.
A lo largo de los trabajos realizados con las personas que han buscado lo mencionado, hemos podido comprobar como un cambio en la utilización del pensamiento le ha llevado a un funcionamiento distinto de su mente, y como consecuencia a un cambio en su vida interna y externamente.
Dado que el sistema nervioso es el que trasmite los estímulos recibidos y las ordenes del cerebro, debemos cuidarlo conociéndolo mejor y teniendo en cuenta como le afecta lo vivido interna y externamente, aprendiendo a encauzar nuestras vivencias de forma más correcta, y apreciando más el valor del silencio en determinados momentos, así como la influencia de la naturaleza cuando nos es posible relacionarnos con ella.
¿Qué os sugiere esta cita?: “Lo que te hace feliz o desdichado no es el mundo ni las personas que te rodean, sino los pensamientos que albergas en tu mente”. (Anthony de M.)
El estado idóneo del ser humano es el que se consigue del equilibrio entre mente y corazón (pensamientos y sentimientos), lo cual repercutirá directamente en la relación con nosotros mismos y por tanto con los que nos rodean. Pero efectivamente, según el tipo de pensamientos que generamos nos proporcionará un estado anímico. Por ello uno de los fines de esta Fundación es la enseñanza al desarrollo tanto de la mente como de los sentimientos, pero uniendo ambos y utilizándolos en equilibrio (esto es lo que representa nuestro logotipo).
Empecemos a buscar la “felicidad” o armonía por lo mencionado, y no tanto por lo recibido externamente.