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El hombre actual y su espiritualidad

Espiritual no es aquel que hace cursos específicos, que lee sobre temas filosóficos, adquiere información y conocimiento que solo utiliza para enriquecimiento mental y que emplea a modo de “curriculum espiritual”, sin tomar conciencia que no solo somos mente y que la evolución espiritual realmente la obtendremos a través del equilibrio de mente y corazón.

 

 

La mente y el conocimiento son instrumentos muy valiosos para el hombre siempre que seamos capaces de ser y vivir “eso” que conocemos. De hecho nuestra evolución espiritual no la determina la capacidad de conocimiento sino la de Amar.

 

 

El hombre actual en su crisis existencial quiere hacer caso omiso a su búsqueda espiritual y en el mejor de los casos le adjudica un tiempo determinado o generalmente escaso, dedicando en dicho caso un apartado o tiempo para su práctica o por lo general para su conocimiento.

 

 

Es desde este punto, o sea la mente, que proyecta su espiritualidad, llegando al conocimiento a veces de temas muy trascendentes que a menudo rebasan el entendimiento y nos crean un concepto un tanto abstracto de en qué consiste y cómo vivirla. Para vivir la espiritualidad no tenemos que vestirnos de manera diferente, vivir extrañamente, tener aspecto determinado, hacer practicas especiales, etc., solo necesitamos querer “limpiar nuestra alma y la mente” viviendo con la Vedad y dentro de un orden, de modo que según las necesidades que demanda nuestro espíritu desarrollemos un sentir y pensar que den una actitud y hacer en consonancia.

 

 

Con esto no queremos decir que las diversas practicas religiosas o filosóficas no sean útiles, por supuesto que los son, pero estas sin ese trabajo de autoconocimiento y transformación aplicadas al momento a momento, no dejan de ser una teoría o proyección mental de lo que nos gustaría ser. La prueba esta en que cuando intentamos vivir lo que conocemos empiezan las dificultades, ya que en la mayoría de las ocasiones nos hemos marcado un fin u objetivo muy valido y elevado pero no sabemos como llegar a su realización, a “ser eso”, pasando a concienciarnos que somos poseedores de un gran cúmulo de conceptos vacíos de contenido y enseñanzas elevadas que para poderlas desarrollar o vivir nos faltan pasos previos.

 

 

Efectivamente nuestro afán de “ser”, en otros casos de “correr espiritualmente”, de grandezas,….. nos impide aceptar y asumir nuestras pequeñeces, así como recibir las ayudas necesarias para hacer ese “camino del día a día”, desde lo pequeño, con el sentir adecuado y de la manera que demanda nuestro bagaje espiritual y no nuestra mente.

 

 

Siendo conocedores de las inquietudes y limitaciones humanas, hemos desarrollado un sistema de trabajo de crecimiento personal (alquimia interna) en el que partiendo de la realidad que nos rodea y las posibilidades que marcan las circunstancias de nuestras vidas, de una manera progresiva y eficaz comencemos por la transformación de nuestro mundo interno y como consecuencia lo que nos rodea, lo cual nos permitirá vivir con la certeza de hacer lo que nos corresponde como almas, con la satisfacción y descanso de hacer lo debido. En pocas palabras se puede considerar que con ello y aplicado en cada momento seria una forma de vivir desde el espíritu.

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